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Mirar y NOTocar

10.12.2010 02:00

 

Una dulce voz, una sensual mirada provocan aun más que una caricia
MIRAR Y NO TOCAR…


Por Stefania Parra-Liliana Cuervo

Al son de un café, o un trago se reúnen un sinnúmero de hombres a escondidas de sus mujeres a observar sus más profundas fantasías de cerca, pero al mismo tiempo de lejos, en un juego de tentación y seducción que les permite mirar y no tocar.

Minutos después de rechazar la invitación de un amigo para visitar un café con piernas al norte de Bogotá, Diego Cabrera, un profesional de 35 años, casado y con hijos, se dirige a su casa con el libido a reventar; el relato de su amigo en relación a las “diablitas” del lugar le estimulaban tanto la imaginación que lo único que quería era tener a su esposa en brazos. Al abrir la puerta vio a su mujer en sudadera, sandalias de arrastraderas, mascarilla de pepinos y cabello recogido; de inmediato cogió su celular y llamó a su amigo: “espéreme, ya voy para allá”.

La anterior escena, entre verdad y ficción, describe a un buen número de los clientes de un café con piernas, donde se ofrece una "esmerada" atención, por un grupo de meseras bellas e insinuantes, quienes caminan de un lado al otro de la barra, vestidas de manera sensual, con atuendos de policía, de mucama o diabla; faldas pequeñas, top diminutos, medias rasgadas hasta la rodilla. No dejan mucho a la imaginación, esa es la idea, alimentar las fantasías de los consumidores para que alguno de los clientes pida un striptease, que finaliza la mesera en una diminuta tanga y cubriendo su pecho con las manos.

Este pequeño paraíso del deseo e imaginación es uno de los lugares que frecuentan, según César Barrera, administrador de Aroma y Tanga, “clientes ejecutivos cansados de su trabajo, a veces extranjeros o muchachos que tienen buenos ingresos y regalan la plata por un baile que dura tres canciones por cincuenta mil pesos. Todos pueden mirar... pero no tocar”. 



Cambio de rutina para salir del estrés

Cuando las mujeres se quejan porque sus esposos les dicen frases como “me demoro”, “quiero despejarme por el día tan largo” o “tenemos hoy una reunión de hombres”, recuerdan esas otras frases que dice que cuando un hombre se casa no renuncia a tener su espacio de “macho”; Diego Garzón, joven de 29 años, cliente de Aroma y Tanga, dice que él frecuenta el lugar con algunos de sus primos y amigos del trabajo: “nos divertimos hablando de todo sin problema, tomando algunos tragos en uno de los mejores ambientes, amenizado por una mujer muy atractiva; lo mejor es poder entablar una conversación con las niñas sin ser juzgado”, comenta. 

Muchos son los motivos por los cuales un hombre asiste a un café con piernas: encontrarse solo, haber salido de una relación tormentosa, o simplemente tomarse un café deleitando su mirada, sin embargo, la visita al lugar de “desestrés” implica gastar entre 100 y 250 mil pesos, valor promedio de tomarse unos tragos, ver, no tocar y encontrar una bella mujer que los escucha y les da un poco de comprensión, el grado de familiaridad que puede surgir en una sola noche hace que algunos de sus clientes las consideren “amigas de toda la vida”, afirman las meseras.

Resignación o machismo…

Entender que los hombres busquen este tipo de diversión hace pensar que se trata de un asunto de machismo ante el cual muchas mujeres sólo pueden resignarse. Vanesa Pardo, mujer de 50 años de edad, después de dos hijos, un nieto y tres matrimonios, llega a una conclusión: “los hombres, después de cierta edad, toman la decisión de crear su propio hogar poniendo parámetros a su pareja, pelean por su espacio. La crianza de los hombres es machista, siempre se les inculca el tener una o varias novias, salir con sus amigos; y llegar al matrimonio queriendo hacer lo mismo. Las mujeres, con una educación en su mayoría conservadora, acostumbradas a ver eso en su casa, con sus padres, tienen una actitud resignada”.

Este tipo de lugares no son exclusivos para hombres, como lo testifica Yolanda Aguilar, psicóloga de la Universidad Nacional: “en la actualidad también podemos encontrar grupos de mujeres que, en su mayoría no son casadas, en establecimientos públicos, a donde salen a pasar un rato agradable. Este fenómeno se presenta porque la mujer desde su educación y crianza está enseñada a actuar y a regirse por una serie de valores que deben ser respetados, y por esto es que ellas piensan que únicamente durante su soltería pueden frecuentar un lugar en el que se pueda observar un striptease, porque se tiene el concepto que cuando adquieran el vínculo matrimonial deben ser ‘la señora de la casa’”.
Según ella, ésta puede también ser la razón por la cual hoy en día los miembros de una pareja quieren salir de la rutina y monotonía que encuentran en sus hogares, buscando lugares para despejarse, como un café con piernas —en el caso de los hombres— o lugares de striptease masculino —en el caso de las mujeres—. El hombre recibe miradas de las meseras, que son atractivas, y por unos pesos pueden hacer disfrutar de un baile erótico y llenar su mente de pensamientos atrevidos que podría tener con su mujer.

¿Cuál es el atractivo de un café con piernas?

El atractivo del sitio, como lo menciona Mónica, una de las meseras de Aroma y Tanga, es la sensualidad; una sensualidad que se manifiesta por los coloridos disfraces que ella usa cada noche para llamar la atención de los hombres, “les encanta vernos vestidas de diablitas y reírse con alguien que no conocen”, comenta. Esta bailarina y mesera a la vez, es una joven casada de llamativos ojos claros, quien afirma: “no se debe salir con los clientes, mucho menos por plata, porque así se pierden; es decir, no vuelven. Yo no quiero perder a ninguno de mis clientes, es mejor que me insistan en que salgamos y yo los rechazo, así se preguntan todo el tiempo ‘¿por que no sale conmigo si le estoy dando un pago?’, y siempre vuelven al lugar. Además, si lo hiciéramos seríamos unas putas, como dicen muchas mujeres que nos juzgan solo por cómo nos vestimos, sin importar lo que hagamos”.

Si existen lugares como los café con piernas es porque los hombres quieren distraerse, cambiar la rutina. Ante la preocupación de algunas mujeres porque sus maridos frecuenten estos lugares, un consejo es innovar, dejar la monotonía y que ellos encuentren a las sensuales diablitas y sexys policías en sus propios hogares; la cosa tiene sus ventajas, no sólo el dinero se queda en casa, sino que allí pueden olvidarse de aquella regla de oro del café con piernas: “mirar y no tocar”.